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Nobleza

Nobleza

“Ser noble” no significa “Ser mejor”. En términos de espiritualidad y de realidad social, significa tener conciencia de un legado recibido graciosamente en el evolucionar de las Generaciones.

Significa procurar ser digno de ese legado y, fundamentalmente, significa tener conciencia de una obra a realizar y de una misión a cumplir.

Nobleza no significa ostentación o vanidad.

Significa noción y vivencia de un ministerio social – en donde mérito, virtud y ejemplo son como fuerzas que iluminan caminos y construyen vidas. Así como familiares que se pierden en el camino, no anulan la esencia y la misión de Nobleza.

Como grupo, la nobleza tiene dos amplias puertas; aquella de entrada, que se atraviesa con el trabajo, por el mérito, por la virtud, por la conciencia de valores espirituales y sociales; y la de salida, que se abre por el desmérito, por la no consecución de acciones o de actitudes, por la perdida de valores con los cuales deben de distinguirse los Hijos de Dios.

La Nobleza es un “estado”, que se sublima en la alma de cada uno. Es un complejo de valores y de virtudes, de acción y de trabajo. Decir en verdad, que la Nobleza tiene varias caras, y que cada uno la vive y ejercita conforme a su propia vocación.

Es, en síntesis, una manifestación de la conciencia de ser Hijo de Dios y su Servidor. Porque nadie puede decirse “Hijo de Dios” sin vincularse intimamente a una de las múltiples manifestaciones del Ministerio Redentor.